13, Ago 2025
Voluntariado profesional: cuando la medicina privada se convierte en servicio público

En diversas partes del mundo, el trabajo del voluntariado cambia por completo los servicios que se brindan. Un punteo sobre su labor.

La desigualdad en el acceso a la salud sigue siendo uno de los principales desafíos en América Latina y otras partes del mundo. Y es el voluntariado profesional surge como un puente entre dos patas del área como es la medicina privada y el del servicio público. 

En este aspecto, se despliega una forma de compromiso que va más allá de la filantropía y que empieza a configurar un nuevo paradigma en la atención sanitaria. 

El voluntariado médico profesional en el que especialistas, técnicos y otros actores del sistema de salud privada invierten su tiempo, conocimientos y recursos para asistir a poblaciones vulnerables no es nuevo, pero en los últimos años ganó una gran visibilidad renovada.

Este trabajo, lejos de ser una solución aislada o una moda pasajera, da lugar a nuevos interrogantes éticos, estructurales y de sostenibilidad que vale la pena explorar.

De un acto individual a un resultado en lo colectivo

Cada año, miles de médicos, enfermeros, odontólogos y psicólogos se suman a proyectos de voluntariado dentro y fuera de sus países. Desde brigadas rurales que se sumergen en comunidades sin centros de salud, hasta programas estructurados en zonas periurbanas con gran demanda insatisfecha, el voluntariado profesional pone en evidencia una realidad incómoda donde hay lugares en el que  la salud depende más de la buena voluntad que de políticas públicas consistentes.

En programas como Médicos del Mundo, Fundación Sonrisas, o Médicos Solidarios, profesionales de distintas especialidades se organizan para brindar atención médica en comunidades excluidas del sistema formal. A veces lo hacen en coordinación con ONG locales o alianzas con el sistema público que no da abasto.

Pero el crecimiento del voluntariado profesional plantea una pregunta central como si es el  tipo de ayuda o una “curita” frente a la crisis estructural del sistema de salud, o una expresión de responsabilidad social que puede integrarse de forma estable y planificada. 

Y es que existen diversas experiencias innovadoras en varios países de la región donde el voluntariado profesional no solo cubre las necesidades inmediatas, sino que se transforma en una herramienta de construcción de redes comunitarias. 

Es el caso del programa “Médicos de Barrio” en Colombia o las caravanas de salud en zonas rurales del sur de México, donde existe la articulación entre sector público, privado y comunitario que  demostró ser eficaz para ampliar la cobertura.

Sin embargo, los especialistas indican que no se debe idealizar el voluntariado profesional como un reemplazo del sistema, sino que se trata de un trabajo valioso pero puede que de paso a que el Estado comience a depender de él para delegar sus responsabilidades, lo que puede derivar a profundizar desigualdades. 

El peligro de institucionalizar la precariedad es un gran problema ya que cuando la ayuda voluntaria se convierte en la única vía de acceso a la salud  el derecho queda por fuera del marco institucional. Y aunque las intenciones de los profesionales son nobles, el vacío estructural no se llena solo con compromiso individual.

Lo cierto es que uno de los factores que generó el crecimiento del voluntariado profesional en salud es el uso de tecnologías móviles y plataformas de gestión colaborativa. De la mano de aplicaciones especializadas y redes sociales, los equipos pueden coordinar campañas, compartir historias clínicas electrónicas y hasta hacer seguimiento remoto de pacientes.

Iniciativas como Salud en Red en la Argentina, Telemedicina Solidaria en Brasil o Médicos Online para Todos en Chile muestran cómo el voluntariado puede incorporar innovación tecnológica sin perder su raíz comunitaria.

Además, universidades y centros de formación empezaron a incluir el voluntariado profesional como parte de los programas académica, de esta forma  no solo se promueve el compromiso ético en las nuevas generaciones de profesionales, sino que también fortalece la mirada integral sobre la salud, entendida como un derecho humano y no solo como un servicio.

De esta manera, se comienza a gestar un modelo híbrido en el que medicina privada y salud pública se complementan a través de espacios colaborativos para brindar los servicios de salud que se necesitan. 

El voluntariado profesional puede ser una pieza clave para el sistema de salud, pero siempre que se lo piense como un componente integrado y no como un salvavidas de emergencia. La articulación institucional, el diseño de marcos legales claros y el reconocimiento simbólico y material del trabajo voluntario son pasos necesarios para avanzar en esa dirección. También lo es la inversión del Estado en salud preventiva, infraestructura y acceso universal.

Pero puede que esta labor deje en evidencia que el futuro de la salud pública tal vez no esté solo en manos del Estado, sino también en las alianzas que se logre construir entre lo público, lo privado y lo comunitario.

 

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