18, Ago 2025
Los comedores comunitarios como espacio para prevenir enfermedades en zonas vulnerables

En zonas vulnerables y población que no puede acceder a un plato de comida saludable, el rol de estas entidades es crucial. 

En los barrios populares, donde el acceso a una alimentación saludable y atención médica son limitadas, los comedores comunitarios se convirtieron en espacios solidarios de distribución de alimentos, con el objetivo de que a nadie le falte un plato de comida. Pero también, es una herramienta para brindar alimentos que sean saludable. 

Pero en la actualidad también son lugares  clave en lo que respecta en la prevención de enfermedades crónicas no transmisibles como la diabetes, la hipertensión y la obesidad. Al mismo tiempo que fortalecen la relación social y promueven la educación alimentaria. La cocina se convierte en una clave de salud pública.

El comedor, más allá de un plato de comida 

Los comedores comunitarios se crearon como espacios sociales para dar respuesta a necesidades alimentarias en zonas vulnerables, ofreciendo platos calientes a quienes no podían garantizarlos por sus propios medios. Pero en las últimas décadas, su rol  se amplió a gran escala.  

Frente al aumento de enfermedades asociadas a la malnutrición, ya sea  por déficit como por exceso, muchas de estas iniciativas se profesionalizaron y adoptaron un enfoque de salud integral para dar respuesta a un panorama en aumento en todo el mundo. 

Gracias al trabajo en equipo con nutricionistas, médicos comunitarios, ONGs y universidades, los menús comenzaron a modificarse. Menos frituras, más verduras, menos azúcar, más legumbres y cereales integrales

Pero no siempre es fácil complementar las necesidades. La disponibilidad de alimentos depende en gran parte de donaciones o subsidios, pero la creatividad y el compromiso hacen la diferencia para quienes están a cargo. 

Sin embargo, el plato de comida debe estar asegurado. La evidencia científica indica que una dieta equilibrada con frutas, verduras, granos enteros, proteínas de calidad y baja en sodio y azúcares añadidos es fundamental para prevenir enfermedades crónicas.

En comunidades vulnerables, donde el acceso a alimentos frescos puede ser escaso y los ultraprocesados son la opción más económica y  accesibles, la intervención alimentaria es crucial. 

Según un estudio de la Red de Alimentación Popular lanzada en 2023, los comedores que implementaron programas de educación alimentaria y cambios nutricionales en sus menús lograron reducir en un 27% los casos de obesidad infantil entre los niños que concurrían regularmente.

 Además, aumentaron la frecuencia de consumo de frutas y verduras en un 45% en los hogares vinculados.

Pero además, los comedores que más lograron ganar lugar respecto a la salud de sus comunidades no solo se enfocan en el plato que sirven  sino también en el proceso educativo y participativo que lo rodea.

Talleres de cocina saludable, charlas sobre enfermedades crónicas, huertas urbanas y ferias de intercambio de saberes forman parte del trabajo que se hace alrededor de estos espacios.

Asimismo, es un espacio donde  trabaja con niños y niñas pequeños para promover la salud alimentaria con un enfoque en el gusto por frutas y verduras mediante juegos, recetas participativas y huertas escolares. La idea es formar hábitos  y empoderar a las familias para que tomen decisiones alimentarias más saludables.

Con esta labor, algunos comedores lograron articular con centros de salud barriales para realizar controles periódicos de peso, presión arterial y glucemia, así como vacunaciones y derivaciones. Esta integración permite detectar a tiempo enfermedades silenciosas y realizar intervenciones a tiempo. 

Un ejemplo de esta articulación es el programa “Cocinas Saludables”, impulsado por el municipio de La Plata, que integra a 20 comedores comunitarios con el sistema sanitario local. Cada comedor tiene referente de salud que realiza encuestas nutricionales, organiza jornadas de prevención y garantiza el acceso a controles básicos.

Pero por supuesto que hay diversos problemas que se enfrentan, como es el acceso a alimentos frescos y de calidad no siempre está garantizado. Muchas veces dependen de donaciones de alimentos ultraprocesados o vencidos. Además, las condiciones edilicias de los espacios, como la refrigeración y almacenamiento,  suelen ser precarias.

Otra problemática es el reconocimiento formal del trabajo que realizan miles de mujeres en estos espacios, muchas veces sin remuneración, cobertura social ni acceso a cuidados. Tratarlas como trabajadoras comunitarias de la salud sería un paso clave para que este modelo se fortalezca. 

Su contacto y relación con la comunidad  con un vinculo horizontal pone a los comedores en un lugar de gran importancia como actores estratégicos en la prevención de enfermedades y promoción del bienestar. 

En tiempos donde las enfermedades crónicas representan una carga creciente para los sistemas de salud, apostar por la cocina comunitaria como herramienta de prevención es, sin dudas, una receta saludable para el futuro.

El Estado presente en el funcionamiento de los comedores comunitarios es de gran importancia, pudiendo dar una mejor calidad en el servicio de se brinda para miles de personas que no tienen los medios económicos para contar con un plato de comida saludable, siendo una herramienta de prevención de diversas enfermedades. 

 

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