Mascarillas médicas desechadas sobre un alféizar mientras un grupo de personas conversa en segundo plano.
1, Oct 2025
Clínicas comunitarias y la gestión de la salud en manos de privados.

Un modelo de atención mediante clínicas comunitarias comienza a dar respuesta a las necesidades de poblaciones vulnerables. 

En un análisis respecto a cómo mejorar el acceso a la atención médica, la mirada suele ser hacia gobiernos y sus políticas públicas; sin embargo, las soluciones más efectivas suelen surgir de la mano de iniciativas privadas con un fuerte compromiso social. 

Las clínicas comunitarias gestionadas por actores privados, que pueden ser fundaciones, empresas de salud, organizaciones sociales o inversores con conciencia social, se convirtieron en una alternativa innovadora y eficiente, que busca garantizar cobertura médica a sectores históricamente marginados.

Estas clínicas están diseñadas con un enfoque inclusivo, pensadas para llevar atención accesible, de calidad y cercana a comunidades que, de otra manera, no tienen lugar en los sistemas de salud tradicionales. 

La clave de su éxito está en relación con la propuesta de un modelo que combina la gestión privada con objetivos sociales, dejando por fuera la idea de que lo privado solo busca rentabilidad. 

Por lo contrario, muchas de estas instituciones ponen en el centro la sostenibilidad para poder generar ingresos suficientes para mantenerse en el tiempo, pero siempre persiguiendo el objetivo de servir al bien común.

Un modelo que crece ante la desigualdad

En América Latina, África y algunas zonas rurales de Asia, las brechas en el acceso a la salud van en crecimiento debido a la falta de infraestructura hospitalaria, escasez de profesionales y sistemas públicos sobrecargados. Ante esta situación, las clínicas comunitarias privadas se convierten en una herramienta que brinda respuestas. 

Las redes de microclínicas en Brasil y México son un claro ejemplo. Se tratan de instituciones impulsadas por alianzas entre empresas farmacéuticas, inversores y organizaciones sociales, que ofrecen servicios de atención primaria, controles médicos y programas de prevención a bajos costos, con una forma de pago  adaptado a la capacidad económica de cada paciente.

Este modelo también se desarrolló en África subsahariana, donde fundaciones internacionales financian clínicas privadas en comunidades rurales. En esos casos, la sostenibilidad se alcanza gracias a un sistema mixto con tarifas accesibles para la población local con apoyo económico de donantes que cubren los déficits iniciales.

Este tipo de estructuras se convirtieron en casos de éxito en lo que respecta a la reducción de mortalidad materna e infantil, una de las problemáticas más preocupantes en aquella zona geográfica. 

En cuanto al por qué del éxito de este tipo de proyectos con este modelo, los factores cruciales es que estas instituciones pueden adaptarse rápidamente a las necesidades de la comunidad, utilizar nuevas tecnologías y contratar profesionales bajo esquemas más ágiles.

Además, se apoyan en estructuras de eficiencia con las que se prioriza el uso inteligente de recursos. La telemedicina para reducir traslados o los sistemas de compras conjuntas de insumos para abaratar costos son algunos de los recursos que se eligen, siendo que las clínicas comunitarias privadas aprovechan herramientas que el sector público suele incorporar más lentamente.

Otro factor de gran importancia para su correcto funcionamiento es incentivar la participación activa de la comunidad, ya que muchas de estas clínicas surgen tras un diagnóstico participativo, donde vecinos y organizaciones locales identifican necesidades urgentes a resolver. 

Este enfoque fortalece el vínculo con la población y además asegura que los servicios que se brinden a la comunidad sean realmente relevantes y utilizados, dando aquellas respuestas que se esperan. 

Asimismo, otro de los parámetros claves que no deben faltar para la consolidación de este modelo es el equilibrio entre inclusión y sostenibilidad financiera ya que si bien los precios bajos y el acceso universal son la fundamentales en el proyecto, ninguna clínica puede funcionar con pérdidas. 

Para ello, es importante que la estructura cuente con herramientas para esto. Desde escalas de pago diferenciados, según las tarifas que pueda pagar el paciente, contar con alianzas estratégicas, realizar una diversificación de servicios y usar la tecnología para reducir costos operativos. 

La búsqueda de sostenibilidad asegura que la clínica pueda mantenerse en el tiempo, evitando depender solo de donaciones que pueden ser temporales o variables.

En Argentina, pequeños proyectos impulsados por cooperativas de salud dejaron en evidencia que es posible acercar servicios médicos a barrios populares mediante clínicas de gestión comunitaria. 

Aunque muchas de estas iniciativas comenzaron con voluntariado, de a poco se estructuraron con  modelos de autosustentabilidad, sumando a médicos jóvenes que encuentran ahí una forma de ejercer con impacto social.

Lo cierto es que las clínicas comunitarias gestionadas por privados son una alternativa innovadora y efectiva, adaptada a los tiempos actuales y a las necesidades de poblaciones vulnerables.

En muchas partes del mundo, del  éxito y consolidación de estas clínicas depende la salud de millones de personas. Pero además, se deja en evidencia que  cuando se gestiona lo privado con responsabilidad social, puede darse esa gran respuesta que cambia vidas. 

 

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