Programas privados de actividad física en barrios periféricos
El deporte se convierte en una herramienta crucial para el sistema de salud y en las zonas carenciadas se pone en marcha gracias a programas.

En diversas ciudades latinoamericanas, donde las canchas de tierra y los baldíos suelen ser el único espacio de recreación, se le comienza a dar un especial lugar al deporte, teniendo la función de sanar y ser parte de las herramientas de prevención para la salud.
Con este enfoque, ya no se trata solo de una práctica recreativa o competitiva, sino de una herramienta terapéutica y social que comienza a demostrar su gran importancia para transformar la salud y la convivencia.
Y muchos de estos cambios no se desarrollan a partir de políticas públicas, sino que se ponen en marcha con programas de apoyo por parte de privados y comunitarios, impulsados por fundaciones, empresas y organizaciones sin fines de lucro, que decidieron invertir en bienestar físico y emocional.
La educación física, de cara a la buena salud
Durante un largo periodo, las iniciativas en salud en barrios vulnerables se centraron en la atención médica, en la entrega de medicamentos o alimentos, y prevención. Sin embargo, una nueva generación de proyectos está apostando a un nuevo tipo de prevención y el fortalecimiento de los cuerpos y las mentes.
La actividad física, con estrategias educativas y apoyo psicológico, se está convirtiendo en una herramienta de gran relevancia para prevenir y tratar enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes y la hipertensión, pero también contra el estrés, la depresión y la violencia.
Programas como Barrio en Movimiento en la Argentina, Juega tu Salud en Chile o Muévete con Sentido en Colombia están logrando resultados de éxito. En el caso argentino, la iniciativa está a cargo de una empresa privada del sector alimentario y gestionada en alianza con clubes barriales, ya alcanzó a más de 12.000 personas en zonas periféricas del conurbano bonaerense.
En ese caso, los profesores de educación física, kinesiólogos y psicólogos organizan rutinas adaptadas para cada grupo conformado por franjas etarias, desde adultos mayores hasta niños en edad escolar, con un enfoque inclusivo y gratuito.
Datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS)indican que por cada dólar invertido en promoción de la actividad física se ahorran hasta tres en tratamientos de enfermedades crónicas no transmisibles.
En barrios vulnerables, donde la atención médica es casi nula y la alimentación suele ser escasa, el ejercicio se convierte en un pilar de salud pública alternativo y sostenible.
Empresas privadas también comenzaron a hacer diversos proyectos desde sus espacios, como la cadena de supermercados que financia Barrio en Movimiento, que incluyen acciones dentro de sus estrategias de Responsabilidad Social Empresaria (RSE) con métricas de impacto.
No se trata solo de poner en marcha y apoyar un evento deportivo, sino de sostener un programa a largo plazo con seguimiento médico, mediciones antropométricas y talleres de nutrición.
Porque más allá del impacto físico, estos programas están demostrando su capacidad para abordar dimensiones emocionales profundas, ya que en muchos barrios periféricos, los espacios deportivos funcionan como contenedores de angustia y violencia cotidiana.
En este sentido, se destaca que hacer prácticas grupales permite liberar tensiones, construir vínculos y recuperar la confianza en equipo.
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El Programa Vitalidad Joven es impulsado por una fundación bancaria en Rosario, muestra este aspecto de maner clara ya que a través de talleres de boxeo, fútbol y danza urbana, jóvenes en situación de vulnerabilidad social encuentran una red de contención que complementa la asistencia psicológica y educativa.
La fundación indicó que se detectó una reducción del 35% en los accidentes violentos registrados entre los participantes en este último año, pero también el cambio que se visualiza en adolescentes, ya que antes no podían sostener una rutina y hoy cumplen horarios, se alimentan mejor y hasta colaboran como voluntarios en nuevas sedes del programa.
Otro aspecto que se destaca es la incorporación de la perspectiva de género, debido a que muchos de los programas tienen a mujeres al frente, quienes y son quienes apoyan a otras que tienen barreras culturales o familiares para practicar deporte.
El crecimiento de estos programas privados de actividad física en barrios periféricos se convirtieron en una herramienta para un cambio de paradigma en la forma en la que se entiende la salud, ya que deja de ser un asunto clínico para convertirse en una experiencia cotidiana que en el que se trata de forma integral el cuerpo, mente y comunidad.
En estos casos, el deporte es una herramienta de medicina preventiva, red de contención y espacio de inclusión, en donde faltan hospitales o centros deportivos formales, una cancha o una plaza pueden convertirse en verdaderos laboratorios de salud pública.
Por ello, estos programas demuestran que moverse también es una forma de resistir ante las desigualdades, buscando un presente y futuro más sano, pero además el deporte también repara vínculos, fortalece comunidades y abre caminos hacia un futuro más equitativo y saludable.

