Mujer mayor emocionada ante los restos de una casa destruida mientras un fotógrafo documenta la escena
13, Oct 2025
El liderazgo de mujeres que transforman la salud barrial

Grupos de mujeres que muchas veces comenzaron organizando una olla popular ante la falta de comida, ahora tienen un rol fundamental en el cuidado integral.

Por fuera de las grandes ciudades, donde el acceso a servicios suelen ser escasos, surgen respuestas. Pero estas llegan de la mano de líderes silenciosos que reconfiguran el concepto de salud pública. Son mujeres que, sin cargos oficiales ni presupuestos millonarios, sostienen con su trabajo diario redes de contención, prevención y acompañamiento que salvan vidas. 

La acción de este grupo de mujeres deja en evidencia que la mejora en la salud comunitaria no siempre es como consecuencia de las políticas de los gobiernos, sino del compromiso humano y colectivo, muchas veces encabezado por ellas.

El rostro poderoso de la salud barrial

En villas, asentamientos y barrios populares de América Latina, la figura de la promotora de salud o referente barrial es la imagen de cercanía, escucha y acción. Estas mujeres, que suelen ser madres, vecinas y cuidadoras, conocen cada historia y cada urgencia del lugar. El niño con bajo peso, la abuela con diabetes sin control, la adolescente que no accede a métodos anticonceptivos, el adulto mayor que necesita acompañamiento para una consulta, y allí están, con ellos. 

Su liderazgo suele nacer ante la necesidad de tener respuestas, muchas veces relacionadas con la asistencia en cuestiones de salud.  Su trabajo no figura en los informes oficiales, pero es decisivo para que los programas sanitarios lleguen a tiempo.

Estas iniciativas suelen el primer eslabón del sistema de salud en contextos donde los centros asistenciales están lejos o colapsados, por lo que no tienen acceso y son las promotoras que acompañan a las personas a realizarse controles, gestionan turnos, articulan con hospitales y hasta median con organismos estatales. 

De esta forma, son las personas que son la voz de las comunidades vulnerables, con una experiencia que combina conocimiento popular, empatía y una profunda vocación de servicio.

En este sentido, la confianza es uno de los pilares claves de la salud pública, y las mujeres que lideran en los barrios la construyen día a día, ya que a diferencia de las instituciones formales, su legitimidad no está relacionado con un título profesional, sino de su trayectoria comunitaria, con la que escuchan sin juzgar, orientan sin imponer y promueven la participación. 

Esa cercanía fue clave durante la pandemia de COVID-19, cuando la desinformación y el miedo se difundían muy rápido, causando grandes crisis personales y sociales. En barrios como la 31 de Buenos Aires o en favelas de Río de Janeiro, fueron las mujeres quienes organizaron redes para distribuir alimentos, garantizar acceso a agua potable y acompañar a familias aisladas. 

Pero también difundieron información confiable sobre vacunación y prevención, muchas veces traduciendo los mensajes oficiales a un lenguaje comprensible y adecuado. La salud barrial se convierte así en una herramienta clave donde la gestión emocional, la educación sanitaria y la solidaridad. 

Estos liderazgos nacen como respuesta a la emergencia, con el tiempo, tiene una dimensión transformadora, debido a que muchas de estas mujeres se capacitan en primeros auxilios, salud sexual y reproductiva, nutrición o gestión comunitaria. También se pueden llegar a sumar  formalmente a programas municipales, provinciales o fundan sus propias organizaciones.

El caso de la Red de Mujeres del Barrio San Jorge en Santa Fe se destaca en este escenario ya que comenzaron organizando ollas populares y hoy coordinan talleres de salud menstrual, prevención de violencia de género y control de enfermedades crónicas. 

Este tipo de empoderamiento no solo mejora los indicadores sanitarios, sino que también fortalece el tejido social, tanto como el personal. Las comunidades con liderazgos femeninos activos suelen mostrar mayor participación ciudadana y capacidad para sostener redes solidarias, sobre todo en crisis económica o política.

Es que la mirada de estas mujeres brinda algo que muchas políticas públicas aún no logran incorporar: la intersección entre género, territorio y salud Su enfoque integral va desde la salud física hasta la emocional, y desde la alimentación hasta la educación sexual. Asimismo, no conciben la salud sin vivienda digna, sin acceso a agua limpia o sin trabajo. Por eso su acompañamiento es con gestión y educación.  

No obstante, pese a su impacto positivo, estos liderazgos femeninos suelen ser invisibilizados por las estructuras formales ya que suelen trabajar sin un pago y  sin cobertura médica propia, aunque son ellas quienes sostienen gran parte de las estrategias comunitarias de prevención y cuidado.

Organismos internacionales, como la Organización Panamericana de la Salud (OPS), comenzaron a destacar el valor de las redes comunitarias lideradas por mujeres en la mejora de la salud pública. Pero queda un largo camino por recorrer para que su labor se traduzca en políticas de apoyo sostenibles, con formación, recursos y espacios de decisión.

El protagonismo de las mujeres en la salud barrial no es un fenómeno aislado, sino que es parte de una tendencia más grande que redefine la gestión de la salud desde los territorios, donde el Estado no llega o llega tarde, las comunidades buscan la forma de gestionar el cuidado. 

De esta forma, su labor demuestra que la salud no es solo un derecho a garantizar, sino también una práctica colectiva que se ejerce y se enseña. En cada barrio, hay una mujer al frente de una olla popular, un merendero, una posta sanitaria o una red de acompañamiento. 

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