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25, Sep 2025
Proyectos de salud autosostenibles en zonas marginadas

En zonas vulnerables, organizarse para tener servicios de salud es una necesidad. Un punteo de cómo puede funcionar este tipo de procedimientos. 

La desigualdad en el acceso a servicios de salud de calidad crecieron en muchas regiones del mundo, pero puntualmente en zonas rurales o marginadas. Ante el ineficaz funcionamiento de los sistemas públicos y la escasa presencia del sector privado en estas zonas, los proyectos de salud autosostenibles se posicionan como una alternativa viable y transformadora.

Estos modelos son parte de la atención médica, de la participación comunitaria y generación de ingresos, que tienen  un enfoque sistémico que permite su mantenimiento a largo plazo sin depender  de donaciones externas. 

Y es este paradigma que  representa no solo una estrategia de intervención, sino una nueva filosofía de cuidado, pone a la comunidad como protagonista activa de su propio bienestar. A través de iniciativas adaptadas al su propio escenario sociocultural y económico.

Además, estos proyectos buscan garantizar la continuidad de la atención en salud, sobre todo en escenarios de alta vulnerabilidad.

Que son los proyectos de salud autosostenibles

Los proyectos de salud autosostenibles son modelos de atención creados para ponerse en marcha con una mínima dependencia de subsidios externos a largo plazo. 

Esto se logra mediante la combinación de varios elementos como son la  prestación eficiente de servicios médicos, desarrollo de capacidades locales, promoción de hábitos saludables y generación de ingresos mediante actividades económicas relacionadas con el proyecto, como farmacias comunitarias, producción de insumos médicos o servicios de telemedicina.

Lo que distingue a estos proyectos de otros es su capacidad para adaptarse a los recursos disponibles y brindar soluciones a partir de las fortalezas de la comunidad.

Una característica puntual de estos proyectos es el enfoque de salud comunitaria, en el que promotores de salud, líderes locales y organizaciones de base trabajan en conjunto para poder identificar necesidades prioritarias y poder diseñar estrategias de atención.

Y el objetivo no incide solamente en curar enfermedades, sino que se busca empoderar a la población para que participe activamente en la prevención, el autocuidado y la gestión de servicios básicos.

La sostenibilidad financiera de estos proyectos se sustenta  muchas veces en esquemas que incorporan microempresas comunitarias, cooperativas de salud, alianzas con empresas sociales y acceso a fondos de impacto. 

Un ejemplo de esto es el modelo de farmacias autosostenibles, donde los mismos pobladores administran botiquines comunitarios con precios accesibles, garantizando el acceso continuo a medicamentos esenciales y generando ingresos para mantener el sistema en funcionamiento.

Pero también, en estos proyectos, la tecnología comienza a tener un importante rol en lo que respecta a la sostenibilidad de los proyectos de salud en zonas de difícil acceso. Plataformas de telemedicina, sistemas de historias clínicas electrónicas adaptadas a contextos rurales y el uso de aplicaciones digitales para el seguimiento de pacientes permite maximizar el alcance de los servicios, reducir costos y mejorar la eficiencia de los equipos de salud.

Sin embargo, la falta de infraestructura básica, la inestabilidad de recursos humanos, la baja alfabetización en salud y las condiciones geográficas adversa son grandes barreras para estos proyectos, que aunque continúan expandiéndose en el mundo, no tienen una gran estructura. 

Asimismo, tanto su éxito como su funcionamiento no deja de depender del compromiso de las autoridades locales y de políticas públicas que reconozcan y apoyen estos modelos como parte integral del sistema de salud.

Pero el panorama no deja de ser alentador, ya que universidades, fundaciones y organismos multilaterales están reconociendo el valor de estos enfoques y potencian su expansión mediante redes de colaboración, intercambio de buenas prácticas y financiamiento que busca resultados.

Para garantizar el crecimiento de estos modelos, diversos organismos internacionales comenzaron a desarrollar marcos de evaluación de impacto específicos para proyectos autosostenibles en salud.

Estas herramientas permiten medir la reducción de enfermedades o el crecimiento en la cobertura médica, como así también dimensiones como la autonomía operativa, la integración con sistemas públicos y el desarrollo de liderazgo local. Esta evolución en la forma de medir el éxito es fundamental para justificar la inversión sostenida. 

Lo cierto es que los proyectos de salud autosostenibles están redefiniendo lo que significa brindar atención médica en territorios de alta vulnerabilidad. Al incorporar la atención primaria con la participación comunitaria, la innovación tecnológica y la generación de ingresos, estos modelos le dan oportunidades a las comunidades de dejar de ser receptoras pasivas para convertirse en protagonistas de su presente y futuro. 

La autosostenibilidad es una necesidad en estos territorios y apostar por estos modelos significa apostar por una salud más equitativa, resiliente y centrada en las personas.

No se trata solo brindar atención médica a donde antes no la había, sino de construir capacidades duraderas, integradas al lugar y capaces de evolucionar junto con las necesidades de las comunidades. 

 

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