Acceso a medicamentos: un derecho hecho realidad
Contar con la medicación necesaria ante un cuadro de salud pareciera ser un privilegio. Un punteo sobre los cambios de esta situación.

En diversas regiones del mundo, el acceso a medicamentos esenciales continúa siendo un privilegio, más que un derecho como debería ser. A pesar de los avances científicos y tecnológicos en la industria farmacéutica, millones de personas tienen obstáculos para poder tener los tratamientos que necesitan.
Sin embargo, en los últimos años se impulsaron políticas públicas, estrategias de cooperación internacional y modelos innovadores que están transformando ese complicado escenario respecto al área de salud. Hoy, el acceso a medicamentos comienza a materializarse como un derecho hecho realidad para sectores históricamente marginados.
Una deuda histórica con los más vulnerables
El acceso a medicamentos es parte fundamental del derecho a la salud, estipulado en medidas internacionales como la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Pero este derecho es vulnerado en zonas rurales, comunidades indígenas, asentamientos informales y entre poblaciones desplazadas por conflictos o desastres naturales.
Los altos precios, cadenas de distribución deficientes, desabastecimiento crónico y un sistema de salud pública debilitado son las causas de este escenario. A esto se suma la falta de medidas y accionares por parte de la política, ya que en muchos países no cuentan con marcos normativos que garanticen el suministro universal y equitativo de medicamentos esenciales.
En América Latina, por ejemplo, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) registró que entre el 30 y el 50 % de la población tiene un acceso regular a medicamentos esenciales. Esta brecha es crece en comunidades indígenas, zonas rurales y áreas periurbanas donde los sistemas de salud no logran cubrir la demanda básica.
Frente a esta realidad, se lanzaron diversas iniciativas con el objetivo de acortar la brecha y garantizar el acceso equitativo a los medicamentos. Una de ellas es el Fondo Estratégico de la OPS, una herramienta de cooperación técnica que permite a los países de la región acceder a medicamentos e insumos estratégicos a precios competitivos, garantizando calidad y disponibilidad.
Gracias a este modelo, países como Bolivia, Honduras y Haití pudieron mejorar abastecimiento de tratamientos para enfermedades como VIH, tuberculosis y malaria, reduciendo costos y fortaleciendo la gestión farmacéutica local.
Otro caso ejemplificado es el de Colombia, donde las medidas de la Corte Constitucion impulsaron reformas en el sistema de salud. En 2008, la Corte declaró el acceso a medicamentos como un derecho fundamental que puede ser exigido judicialmente. Esto abrió la puerta a miles de ciudadanos para reclamar ante los tribunales tratamientos que el sistema no les daba, generando una presión transformadora sobre el modelo de atención.
En África, existe el Medicines Patent Pool que permite a países de ingresos bajos y medios acceder a los genéricos de medicamentos patentados, especialmente para el tratamiento del VIH y la hepatitis C. Este modelo de licencias voluntarias deja en evidencia que el equilibrio entre propiedad intelectual y derecho a la salud es posible.
Lo cierto es que generalmente son en las comunidades vulnerables donde se presentan estos casos de nulo acceso a medicamentos. Pero, en muchas ocasiones, se alza la voz y lideraron luchas emblemáticas por el acceso a medicamentos.
En Sudáfrica, el movimiento Treatment Action Campaign (TAC) logró que el gobierno tenga una política nacional de tratamiento antirretroviral gratuito para personas con VIH, imponiéndose ante las grandes farmacéuticas y movilizando a la opinión pública internacional.
En América Latina, colectivos de pacientes con enfermedades raras, organizaciones indígenas y redes comunitaria impulsan estrategias de vigilancia, incidencia política y educación para dar herramientas a la población frente a sus derechos en salud.
Estas acciones por parte de la población son claves para asegurar que los avances normativos y logísticos se conviertan en cambios reales en la vida de las personas.
Hacia un escenario ideal: el cambio es posible
Garantizar el acceso universal a medicamentos se trata de un objetivo alcanzable, no un escenario ideal que queda en el imaginario. Para ello, se deben abordan problemas estructurales que impulsan la desigualdad y partir de allí es de gran importancia fortalecer los sistemas públicos de salud, fomentar la producción local y regional de medicamentos, y lanzar marcos normativos que prioricen la salud pública sobre los intereses comerciales y empresariales.
El trabajo internacional en conjunto debe tener un lugar protagónico y activo para facilitar el intercambio de tecnologías, flexibilizar los regímenes de propiedad intelectual y financiar la investigación de medicamentos para enfermedades olvidadas.
En lo que respecta al el trabajo local, lo ideal es realizar estrategias que incluyan la participación comunitaria en el diseño e implementación de políticas de salud, especialmente en escenarios considerados vulnerables.
Asimismo, debe quedar en claro que el acceso a los medicamentos no se trata de un lujo ni un privilegio, sino un derecho que deriva un bien común. Que este derecho se cumpla, implica romper con lógicas de exclusión y la necesidad de construir sistemas de salud donde la dignidad de cada persona sea la prioridad.

