Innovación en salud para quienes más lo necesitan
La incorporación de nuevas herramientas es necesario para dar un paso más a la democratización de servicios de salud.

La innovación en salud no solo refiere a los avances tecnológicos de alta complejidad o tratamientos de vanguardia en grandes ciudades, sino también se hace foto en la capacidad de dar soluciones efectivas a quienes más las necesitan, como son las comunidades vulnerables.
En un mundo donde las desigualdades sanitarias siguen marcando las posibilidades de vida de millones de personas, distintas iniciativas están demostrando que la innovación puede, y debe, ser inclusiva para dar respuestas a aspectos básicos, a los que muchos no pueden acceder.
Sin respuestas que generen impacto, por parte de los estados, se exploran otras posibilidades de la mano de la tecnología.
Un nuevo paradigma con la salud vista con equidad
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), al menos la mitad de la población mundial no tiene un acceso completo a servicios de salud básicos. Esta cifra es más alta en comunidades rurales, pueblos originarios, asentamientos informales urbanos y entre poblaciones desplazadas.
Frente a esta realidad, instituciones públicas, organizaciones no gubernamentales y startups sociales están rediseñando la manera en la que se da la atención médica.
La innovación en salud para poblaciones vulnerables ya no se limita a adaptar modelos existentes sino que implica diseñar soluciones desde cero, teniendo en cuenta factores culturales, barreras geográficas, limitaciones económicas y la participación activa de las propias comunidades.
El uso de tecnologías de bajo costo y alto impacto es una de las grandes innovaciones. Por ejemplo, dispositivos portátiles de diagnóstico, como ecógrafos de bolsillo o kits de detección rápida de enfermedades infecciosas, permiten que agentes comunitarios de salud hagan evaluaciones clínicas en lugares donde no hay médicos.
El avance de la inteligencia artificial también ofrece nuevas herramientas como son los algoritmos de diagnóstico que no necesitan de una conexión permanente, sino que están basados en datos locales y ayudan a los trabajadores de salud a tomar decisiones clínicas rápidas, mejorando la calidad del servicio sin necesidad de costosas infraestructuras.
Pero también, la innovación se encuentra en la forma de atención, como en la formación de trabajadores comunitarios, lo que puede incide en el alcance de los sistemas de salud de manera sostenible.
En América Latina, proyectos como Salud Digna en México brindan acceso a estudios de laboratorio, imagenología y consultas especializadas a bajo costo, siendo una combinación de alianzas público-privadas, eficiencia operativa y un enfoque centrado en la prevención.
Estos modelos suelen contar con la gran participación de las comunidades, siendo que el diseño de las estrategias se realiza en diálogo permanente con la población local, asegurando que las soluciones sean adecuadas para el territorio.
Y es que la prevención una de las herramientas donde la innovación puede salvar más vidas en menos tiempo. En los últimos años, programas de vacunación adaptados lograron grandes resultado.
Un ejemplo es la utilización de drones para transportar vacunas en lugares de difícil acceso, como ocurre en partes de Ghana y Vanuatu, esto revoluciona la logística de inmunización.
Innovaciones en educación para la salud también son clave como son los métodos participativos, como el teatro comunitario, las radionovelas o las redes sociales locales, ayudan a difundir información crítica sobre higiene, nutrición, salud materna e infecciones prevenibles, superando barreras de alfabetización y desconfianza.
Pero aunque las innovaciones son prometedoras, su sostenibilidad a largo plazo sigue siendo un gran obstáculo, ya que muchas soluciones exitosas dependen de financiamiento externo, lo que pone en riesgo su continuidad.
Por eso, cada vez más iniciativas incorporan estrategias de sostenibilidad económica, como sistemas de pago escalonado, alianzas público-privadas y modelos de microfinanciamiento para fortalecer la resiliencia de las comunidades y permitir que los propios beneficiarios contribuyan al mantenimiento de los servicios.
Innovar en salud para quienes más lo necesitan es necesario y cada solución, por pequeña que pueda parecer, contribuye a construir un futuro donde nacer en un rincón remoto, pertenecer a una minoría marginada o vivir en condiciones de pobreza extrema no determine el acceso a los sistemas de salud.
La pandemia de COVID-19 dejó en evidencia la gran importancia de la interconexión entre todos los sistemas sanitarios del mundo. Y de allí, una confirmación: no habrá salud para unos sin salud para todos.
El camino hacia una verdadera inclusión universal queda en manos de poder seguir impulsando innovaciones que pongan en el centro a las comunidades vulnerables. La salud del presente y futuro deberá inclusiva, participativa y sostenible.
De la mano de las innovaciones tecnológicas se puede dar un paso más en esta búsqueda de respuestas para que el acceso a la salud llegue a más vidas de forma temprana, para así evitar muertes. Pero también, para ello, las colaboraciones son de gran importancia, por eso impulsarlas es sumamente necesario.

