4, Sep 2025
La lucha contra enfermedades a través de iniciativas privadas

La necesidad de alianzas  público-privadas es un hecho para hallar respuestas a un sistema de salud que necesita enfrentar diversos desafíos. 

La salud pública, históricamente se puso en marcha por gestión del Estado pero las  iniciativas privadas son un aliado clave para enfrentar los grandes desafíos que afectan a comunidades vulnerables. 

Hoy las empresas, fundaciones y organizaciones privadas se posicionan como agentes activos en la prevención, tratamiento y erradicación de enfermedades, muchas de ellas son evitables y desproporcionadamente concentradas en poblaciones con escaso acceso a servicios médicos.

La pandemia de COVID-19 es un ejemplo de las fallas de los sistemas de salud y, al mismo tiempo, dejó en evidencia la gran importancia de las alianzas público-privadas. Desde la distribución de vacunas hasta el desarrollo de aplicaciones de rastreo, el sector privado jugó un rol fundamental.

No bastante, esta tendencia no es nueva ni nació con la pandemia más reciente sino que desde hace más de dos décadas, actores privados están desarrollando programas de impacto social orientados a cerrar brechas de atención sanitaria que se dan en todo el mundo. 

El sector privado y el impacto en la salud 

Empresas farmacéuticas, tecnológicas y entidades financieras están teniendo  un enfoque estratégico ante los desafíos sanitarios que se presentan en diversas partes del mundo. Lo que antes era visto como responsabilidad social empresarial (RSE), hoy es parte del concepto de “inversión social de impacto”. 

Esta calificación se utiliza para los proyectos que buscan retorno en términos de bienestar colectivo y sostenibilidad, más allá del lucro económico. Diversas empresas comenzaron a ver la salud no solo como una causa filantrópica, sino como una inversión estratégica con impacto social.

Así se impulsa a empresas farmacéuticas, tecnológicas y agroindustriales a desarrollar programas específicos para prevenir y tratar enfermedades que tradicionalmente tuvieron poca atención en cuanto a  investigación y recursos.

Un ejemplo de este modo de cooperación es el de la Fundación Bill y Melinda Gates, que  invertió miles de millones de dólares en la lucha contra la malaria, la tuberculosis y el VIH en África y Asia. 

En su propuesta de modelo, se  combina inversión en innovación tecnológica, fortalecimiento de sistemas de salud locales y alianzas con gobiernos y ONG. Gracias a esto se salvaron millones de vidas y se impulsó el desarrollo vacunas y tratamientos, que fueron adaptados a escenarios vulnerables.

También, el boom al evolución digital se le saca gran provecho ya que es una herramienta para extender el alcance de la salud. Startups de salud digital pueden diseñar soluciones basadas en inteligencia artificial, blockchain y análisis de datos, lo que permite mejorar el diagnóstico, monitoreo y seguimiento de enfermedades en zonas rurales y de difícil acceso.

En Latinoamérica, iniciativas como 1Doc3 en Colombia o Medicus en Argentina ofrecen consultas médicas virtuales a bajo costo, muchas veces subsidiadas por empresas del sector privado.

Estas respuestas no solo permiten llegar donde los sistemas tradicionales no tienen alcance, sino que también se trata de poner al frente nuevas  herramientas de prevención, una de las grandes preocupaciones  históricas en salud pública.

Otro aporte clave del sector privado son los modelos de atención comunitaria adaptados a las realidades sociales y culturales de cada territorio. A través de asociaciones con organizaciones locales, muchas fundaciones empresariales impulsan programas de capacitación para  promotores de salud, fortalecimiento de redes comunitarias y atención primaria descentralizada.

La estrategia se basa principalmente en la participación comunitaria y el uso de tecnología móvil, permitiendo reducir hospitalizaciones y mejorar la adherencia al tratamiento. Esta es una de las formas de evidenciar que la innovación no siempre necesita de grandes inversiones tecnológicas, sino que es suficiente el poder  rediseñar la forma en que se entrega la atención para lograr un mayor impacto.

Pero también los fondos de inversión de impacto, bonos de salud y asociaciones público-privadas son herramientas para contar con  intervenciones con alto retorno social. También están surgiendo  modelos de seguros inclusivos y microseguros de salud, diseñados para poblaciones de bajos ingresos.

Diversas empresas como ofrecen coberturas básicas por una fracción del costo de los seguros tradicionales, facilitando el acceso a servicios de salud primaria y de emergencia.

En este escenario, una de las estrategias que proyecta un gran futuro es poder contar con un  involucramiento privado en la salud, que es la capacidad de formar alianzas público-privadas (APP) que ofrezcan soluciones exitosas. 

Las APP permiten combinar la infraestructura y autoridad del sector público con la innovación, agilidad y financiamiento del sector privado. Peo la clave está en la regulación y la transparencia. Las alianzas público-privadas deben tener marcos normativos claros, indicadores de impacto y sistemas de rendición de cuentas. Además, deben priorizar la participación comunitaria.

La coordinación intersectorial también es fundamental debido a que las acciones privadas deben articularse con las políticas públicas para evitar acciones  ineficiencias o vacíos de cobertura.

La lucha contra las enfermedades en contextos vulnerables no puede recaer en un solo actor, ya que los desafíos son complejos, interseccionales y requieren una respuesta multisectorial, lo que pone  al papel del sector privado en un rol indispensable. 

 

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