25, Ago 2025
Salud pública y aportes privados: un esfuerzo conjunto

La combinación de recursos es fundamental para una mejora en el sistema de salud. Un punteo de las formas de colaboración. 

La pandemia del coronavirus en 2020 dejo en evidencia diversos aspectos de los sistemas de salud del mundo. Entre ellos, la importancia de la colaboración entre los sectores público y privado sobre todo donde las comunidades vulnerables tienen grandes obstáculos para acceder a servicios de calidad.

Lo cierto es que bien se dejó expuesto que ningún sistema de salud puede enfrentar solo los desafíos sanitarios actuales. Así, resurgió con fuerza el concepto de salud colaborativa, donde gobiernos, organizaciones privadas, fundaciones y sociedad civil trabajan de forma articulada y en conjunto,  para fortalecer la atención sanitaria y mejorar los aspectos sociales de la salud.

Una alianza necesaria para dar respuestas necesarias

El acceso equitativo a la salud continúa es uno de los grandes problemas respecto a la salud, a nivel mundial. La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que más de 2.000 millones de personas no tienen acceso a medicamentos esenciales, y cerca del 50% de la población no recibe servicios de salud básicos de calidad. 

En zonas que son atravesadas por pobreza extrema, conflictos o desastres naturales, esta brecha crecen. Por ello, dar respuesta es una necesidad inmediata. 

Son los aportes privados que, puede ser desde financiamiento hasta innovación tecnológica, logística y capacitación, lo que se vuelven claves como complemento a la tarea estatal. la 

Empresas farmacéuticas, organizaciones filantrópicas, compañías de tecnología médica y aseguradoras de salud son  parte de inversiones para el acceso a servicios esenciales, especialmente en lugares donde la infraestructura pública es limitada.

Son diversos los países, en los que los modelos de colaboración público-privada demostraron gratos resultados respecto a mejoras de la salud pública.

En América Latina, el programa Todos a Bordo en Brasil generó una unión entre el  Ministerio de Salud con empresas privadas para llevar clínicas móviles a comunidades rurales, ofreciendo atención médica primaria, vacunación y programas de educación sanitaria. Se logró reducir en un 35% las tasas de enfermedades prevenibles por vacunación en zonas aisladas.

Con este ejemplo, es importante remarcar cuáles son las formas de colaboración que se pueden dar en esta área. El financiamiento es una opción, con inversiones en infraestructura, equipos médicos, medicamentos y programas de salud pública. Con innovación, mediante inversiones en el desarrollo de nuevas tecnologías para diagnóstico, tratamiento y gestión de datos sanitarios.

También, en capacitaciones con  programas de formación y actualización para profesionales de la salud en técnicas médicas modernas. Como en logística y distribución con experiencia en cadenas de suministro para garantizar que medicamentos, vacunas y equipos lleguen a las zonas más remotas.

Por último, se puede enfocar en  campañas de sensibilización con apoyo en campañas educativas sobre prevención de enfermedades, nutrición y hábitos saludables. 

Si bien se habla de las opciones que se pueden aplicar para mejorar la situación sanitaria, estos aportes no sustituyen el rol del Estado, sino que actúan como apoyo para fortalecer sistemas de salud debilitados o sobrecargados.

La acción y colaboración con el sector público realizarse con principios éticos claros. La transparencia, el seguimiento de cuentas y la prioridad de las necesidades comunitarias sobre los intereses comerciales son condiciones claves para construir una confianza sólida entre las partes.

La OMS y diversas entidades de referencia tienen accionares que orientan a estas alianzas, dando prioridad a evitar conflictos de interés y, sobre todo, de garantizar que los beneficios lleguen directamente a las poblaciones más necesitadas.

Además, impulsa el concepto de co-creación de soluciones, donde las comunidades locales participan activamente en la formación de programas, para que las intervenciones respeten su cultura, valores y realidades socioeconómicas.

Ya que ningún programa de salud pública puede tener éxito si no se tiene en cuenta a las comunidades en las que se van a trabajar. La articulación entre actores públicos y privados debe contemplar un eje de trabajo comunitario para empoderar a líderes locales, capacitar a promotores de salud comunitaria y garantizar canales de comunicación abiertos y constantes.

Las organizaciones comunitarias son los grandes aliados  con los que se van a poder adaptar las estrategias a las realidades locales y así tener la posibilidad de multiplicar su impacto. 

De cara al futuro próximo

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas reconoce que es de gran importancia contar con alianzas entre diversos sectores para alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS).

El trabajo en conjunto entre salud pública y aportes privados se trata de una de las herramientas claves para enfrentar desigualdades estructurales y tener la posibilidad de mejorar el bienestar de millones de personas en situación de vulnerabilidad.

Lejos de ser una competencia entre sectores, se trata de una combinación que potencia capacidades, multiplica recursos y acelera los cambios necesarios para construir sociedades más justas y saludables.

El futuro de la salud mundial podrá depender de la habilidad de todos los actores para trabajar en conjunto, bajo el compromiso común. 

 

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