Atención prenatal sin hospitales: comadronas capacitadas por iniciativas privadas
La figura de las comadronas en las comunidades es de gran importancia, siendo consideradas sabias. Sus capacitaciones, también, para minimizar los riesgos que genera la falta de acceso a la salud de embarazadas.

En comunidades rurales y marginadas del mundo, la llegada de una nueva vida también es un evento íntimo, pero uno lleno de desafíos médicos y logísticos debido al contexto. En muchos de estos lugares, la falta de infraestructura hospitalaria, el acceso limitado a servicios médicos y la desconfianza hacia sistemas de salud llevaron a mujeres embarazadas a depender de una figura ancestral que resurgió con renovada fuerza: la comadrona.
Pero estas no son las comadronas de hace siglos, sino que se trata de una figura renovada. Iniciativas privadas y ONG comprometidas con la salud materno-infantil formaron miles de comadronas para que estén capacitadas.
Que estas mujeres cuenten con conocimientos modernos en salud prenatal, manejo de emergencias y atención postparto sumado a la información ancestral que le fue transmitda por generaciones, permite mejorar los resultados de salud en territorios vulnerables donde la medicina institucional sigue siendo un privilegio inaccesible.
Una alternativa confiable ante la necesidad
La Organización Mundial de la Salud (OMS) indicó que más de 800 mujeres mueren cada día en el mundo por complicaciones relacionadas con el embarazo y el parto. La mayoría de estas muertes suceden en regiones con acceso limitado a servicios de salud, como África subsahariana, Asia meridional y zonas rurales de América Latina.
La falta de acceso a la salud es una de las causas. Desde la desconfianza en el sistema hasta su no llegada debido a los complicados territorios, pueden ser el motivo de por qué las mujeres no son atendidas por un profesional durante el embarazo y el momento del parto.
De allí, el surgimiento de diversas iniciativas privadas que reconocido esta realidad y están apostando por programas de capacitación intensiva para las llamadas comadronas. Estos programas combinan saberes ancestrales con conocimientos médicos basados en evidencia científica.
Uno de los modelos de mayor impacto es el llamado formación por pares en el cual las comadronas con experiencia son capacitadas por profesionales de la salud y luego replican el conocimiento en sus comunidades, siendo eficaz en lugares donde existen barreras culturales o lingüísticas impiden la implementación de otras soluciones.
La modernización del rol de la comadrona implica encontrar un equilibrio entre tecnología apropiada y respeto por las prácticas tradicionales, como la conjugación de “los dos mundos”. De allí, un resultado requerido para aplicar en las comunidades, en búsqueda de confianza en esta figura.
En muchos programas, por ejemplo, las comadronas reciben kits de parto estériles, estetoscopios fetales, tensiómetros digitales y celulares con acceso a aplicaciones diseñadas para registrar datos clínicos y consultar protocolos básicos.
Sin embargo, también se reconoce y valora el uso de prácticas ancestrales como masajes con hierbas, infusiones o técnicas de acompañamiento emocional.
Su aplicación ya registra exito. En la región de Huehuetenango, Guatemala, la Fundación Semillas de Vida informó una reducción del 40% en complicaciones graves durante el parto tras tres años de trabajo con comadronas capacitadas.
En Uganda, un programa similar liderado por la fundación Safe Mothers, Safe Babies logró que el 78% de las gestantes completaran al menos cuatro controles prenatales, una cifra antes no alcanzada en la zona.
Pero más allá de lo que implica el cuadro clínico, el trabajo con comadronas capacitadas es una apuesta por la equidad ya que el parto hospitalario en muchas ocasiones puede ser una experiencia de discriminación, violencia obstétrica o exclusión cultural para mujeres indígenas y rurales.
Al fortalecer el rol de la comadrona comunitaria, se devuelve autonomía a las mujeres sobre sus cuerpos y se reivindican saberes históricamente subestimados.
El futuro de la atención prenatal en territorios vulnerables probablemente no está en sustituir a las comadronas por hospitales, sino en integrarlas dentro de un modelo de salud híbrido, resiliente y culturalmente contextualizado.
Los resultados en distintas regiones demostraron que cuando se les brinda formación, herramientas y respeto, las comadronas pueden ser una fuerza clave en la reducción de la mortalidad materna e infantil.
Este proyecto es un gran paso hacia un cambio respecto al acceso a salud básica que aún está lejos de ser universal.
El Global Financing Facility indica que el fortalecimiento de los servicios comunitarios de salud, incluyendo la formación de comadronas, puede reducir la mortalidad materna e infantil hasta en un 60% cuando se combina con un sistema de derivación eficiente y herramientas básicas.
Estas cifras avala la importancia de poner en marcha modelos que reconozcan el valor del conocimiento local, reduzcan la dependencia exclusiva de hospitales y prioricen la salud comunitaria.
Invertir en comadronas capacitadas no solo salva vidas, sino que también reconfigura el acceso a la salud como un derecho universal, independientemente del código postal.

